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Palomo

Dormías, era tarde en la noche.
Te despertó el golpe en la ventana.
Con la campera a medias puesta, abriste la puerta y lo encontraste echado, como un camello, esperando.
-¡Sabés que me da miedo! Yo voy caminando…
Como estatua, se quedó ahí.
Sus ojos tiernos te convencieron. Sosteniéndote de sus crines blancas, lo trepaste.
Lentamente se paró. Tus muslos debían abrazar su lomo para no caerte y tenías que escuchar el andar de sus pasos y el ritmo de su corazón con tu cuerpo y no caerte. Sólo pensabas en eso, en no caerte. Temblabas, de frío y de miedo.
Del paso al trote y del trote al galope.
Con los ojos cerrados, intentaste abrochar tu campera pero preferiste no soltar las crines, ni aflojar la fuerza de tus piernas.
Palomo brillaba blanco, iluminado por la Luna. Habías abierto los ojos y empezabas a sentirte segura. ¿Estabas flotando?
Una nube pasó cerca y llovía, pero no te mojaba. El chimango y su amiga te acompañaron volando cerca.
Palomo galopaba liviano, nadando en el aire.
También me contaste cuando pasaron el arco iris y que tenías que "llevarle pasto ahora mismo a Palomo", porque debía tener mucho hambre, después del viaje de la noche.

“DEDICADO A TODOS LOS CABALLOS VIVOS O MUERTOS DEL MUNDO.”

80 kg a alambrón suspendido a 9 m de altura
Verano otoño invierno 2012. 
Villa Quilquihue, Junín de Los Andes, Neuquén​​

producción artística: Tomás Campbell
asistente de producción: Yenifer Canton
crédito fotográfico: Santiago Gaudio
crédito audiovisual: Clara Suárez

INSTALACIÓN

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